Uno de los agroecosistemas sostenibles que se han desarrollado por generaciones entre las comunidades es el huerto casero familiar, en el que concurren aspectos ecológicos, agronómicos, culturales, sociales y físicos que han contribuido a que sea considerado como un sistema agroforestal sostenible. En tanto tal, el huerto familiar está formado por un conjunto de plantas perennes, semiperennes y/o anuales, generalmente ubicadas alrededor de la casa, a las que se suman algunos árboles maderables y frutales, bejucos, cultivos, plantas medicinales y ornamentales y, en ocasiones, algunos animales como gallinas, patos y cerdos (Budowski 1993; Lok 1998). En gran medida, el interés por tal huerto se debe a que su estructura es parecida a la del bosque tropical: alta diversidad de especies en múltiples estratos vegetales (Méndez y Gliessman, 2002).
El huerto casero familiar se compone de diferentes áreas de manejo, caracterizadas por el uso que se les da. Estas incluyen diversas combinaciones de especies animales y vegetales y variedades de árboles, arbustos y plantas (Méndez et al., 1996). Generalmente, de él se obtiene alimentos, leña y madera, representa una fuente adicional de ingresos y requiere bajos insumos (Víquez et al., 1994). El huerto casero familiar constituye uno de los sistemas agroforestales más importantes debido a que su producción es intensiva, ofreciendo una gran variedad de productos en una superficie reducida. Esta diversidad permite producir durante todo el año. En él se da una distribución relativamente equitativa del trabajo y no muy intensa, y requiere menos recursos, ya que se aprovecha al máximo los espacios, la luz, los nutrientes del suelo y el agua (Meléndez, 1996).
El huerto familiar tiene especial importancia porque contribuye a asegurar la alimentación y nutrición de la familia, participando esta en las actividades productivas. La existencia en él de plantas medicinales, además de las comestibles, aromáticas y frutales, permite conservar la tradicional medicina natural. Con los productos del huerto, además de abastecerse la familia, lo que representa un ahorro importante, se puede mejorar los ingresos vendiendo los excedentes (Arias, 2012; Rivas y Rodríguez, 2013).
En los trópicos, los huertos familiares varían mucho en composición, complejidad, estructura y tamaño. Una característica común suya es que tienen diversos doseles, con árboles dando sombra a otros árboles, arbustos y herbáceas con diferentes requisitos de luz, generándose microclimas, produciéndose hojarasca que contribuye al reciclaje de nutrimentos y al mantenimiento de la fertilidad del suelo, evitándose la pérdida de este por erosión e incrementándose la captación de agua por infiltración (Gillispie et al., 1993; Martínez y Juan, 2005).
en la región mediterránea y europea existen diferentes microclimas, que según cual, las poblaciones deben de hacer un uso adecuado para la supervivencia sostenible,
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